Autor: Franco-Vicario, Ricardo
La maldición bíblica ganarás el pan con el sudor de tu frente se ha convertido en el último lustro en una bendición del cielo para aquellos que todavía tienen la oportunidad de trabajar. Qué buena reflexión la de Víctor Hugo de que el trabajo es la mejor de las regularidades y la peor de las intermitencias. En efecto, trabajar, sobre todo en lo que a uno le gusta, es el bien más preciado que todos deseamos y el único medio de hacer la vida soportable. La duración y la intensidad de la actual crisis económica iniciada con la implosión del mercado hipotecario en 2007ha conducido a tasas de desempleo altísimas (en torno a 5.273.600 en el cuarto trimestre de 2011) y al deterioro de los niveles de protección social, debido a la caída tanto de la tasa de cobertura (proporción de desempleados con acceso a alguna prestación) como del importe de las prestaciones. Estamos asistiendo a una visibilización diaria de situaciones extremas como desahucios y pobreza severa. Hasta el año pasado llegaban a Cáritas familias con problemas de alquiler, de alimentos, de carencias inaplazables. Ahora ha surgido un nuevo perfil de ciudadanos que literalmente no tienen donde caerse muertos. El paro se ha convertido en un fenómeno que está presente en todas las facetas de nuestra vida diaria. Para millones de ciudadanos con los que convivimos, el desempleo es un drama personal, familiar y social. Una tragedia que afecta seriamente a la salud psicofísica del individuo. El trabajo aporta a cualquier persona adulta…