Javier Andrés Novales, coordinador de los servicios de Cardiología de los hospitales San Eloy (Barakaldo), y San Juan de Dios (Santurtzi), habla en el foro Encuentros con la salud sobre la sexualidad después del infarto.
Bilbao, abril 2013. Tras sufrir un infarto de miocardio, el paciente cardiaco se replantea todos los quehaceres cotidianos y las posibles secuelas de éstos. Según asegura Javier Andrés Novales, coordinador de los servicios de Cardiología de los hospitales San Eloy (Barakaldo), y San Juan de Dios (Santurtzi),“no es ajeno a este planteamiento plantearse algunas preguntas y temores sobre su vida sexual. Para encontrar soluciones positivas es necesario despojarse de todos los tabúes o de la vergüenza que se pueda experimentar al consultar estos temas con el médico o el psicólogo”.
Bajo el epígrafe Sexualidad después del infarto, el foro Encuentros con la salud repasa esta cuestión con la conferencia que pronunciará el propio Javier Andrés Novales esta tarde a las 19.30 horas en la Sala Bidebarrieta. Entre la batería de preguntas más frecuentes que aborda el experto, llama la atención una: ¿Puedo morir durante el acto sexual? El especialista asegura que “la ausencia de actividad sexual en la pareja tras un infarto de miocardio puede ser consecuencia del miedo a la muerte durante el coito”.
“Sin embargo”, prosigue, “los casos de fallecimiento durante el acto sexual ocurren en un porcentaje muy bajo. En un estudio sobre 5.559 casos de muerte repentina por causas no traumáticas, sólo 34 de ellos eran por motivos cardiológicos y se produjeron durante el coito. Es necesario destacar que en 27 de esas 34 relaciones, la persona fallecida estaba realizando el acto sexual con una pareja distinta de la habitual. Indudablemente, factores «externos» influyeron de forma significativa en el desenlace (nerviosismo, mayor excitación, sentimientos de culpa, necesidad de quedar bien, etc.)”.
Hay que hacer frente a las preocupaciones de la persona infartada. Así, Andrés Novales recuerda que “los miedos y ansiedades que surgen con más frecuencia respecto a la vida sexual se refieren al esfuerzo físico que la actividad requiere, ya que el paciente suele tener miedo a que el coito suponga un riesgo importante para su corazón. Para tranquilidad de los enfermos, hay que decir que parece demostrado que los gastos energéticos durante el acto sexual son similares a los que genera subir dos pisos de escaleras. La frecuencia cardiaca del coito es inferior a la que se produce durante otras actividades normales de la vida cotidiana, y el esfuerzo físico que precisa se podría calificar de moderado, lo que en principio no traería ninguna complicación”.
En lo que se refiere al momento idóneo para reanudar las relaciones sexuales, Javier Andrés Novales, entiende que “ésta ha de retomarse tras un entrenamiento físico y psicológico adecuado y progresivo. Gracias a esta planificación se aprende a detectar cuáles son las respuestas físicas del cuerpo después de un esfuerzo. Desde un punto de vista psicológico, el entrenamiento llevará al paciente a reconocer cuáles son sus relaciones emocionales nocivas y cómo controlar estas últimas a través de métodos de respiración y relajación”.
Lo más probable es que no surjan problemas en el acto sexual tras un infarto. Sin embargo, “existen casos en que ocasionalmente puede aparecer una angina de pecho durante la actividad sexual lo que podría originar un estado de ansiedad importante. Lo más probable es que esto le suceda a aquella persona que tenga el mismo riesgo cuando realice cualquier otro esfuerzo físico moderado. Si esto llegase a suceder, es imprescindible que lo comunique al médico para su control”.
La prueba de esfuerzo que se realiza al enfermo cardiaco tras sufrir un infarto es una buena fórmula para medir el estado de su corazón, ya que el desgaste energético que ésta requiere es superior al de la práctica sexual.
Impotencia y frigidez
Advierte el especialista que “un problema detectado frecuentemente son los estados de impotencia y de frigidez. Ambos pueden estar motivados por el tipo de tratamiento farmacológico o por la descompensación psicológica provocada por la enfermedad cardiaca. Cualquiera de las dos situaciones puede provocar síntomas de depresión susceptibles de ser tratadas por un psicólogo”.
Andrés Novales prosigue su discurso con la siguiente reflexión. “Las disfunciones en la vida sexual de los pacientes coronarios suelen tener tres orígenes diferenciados pero relacionados entre sí. Por una parte está el propio proceso orgánico de la arteriosclerosis y los factores de riesgo que la desencadenan o contribuyen a su empeoramiento (diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia…); por otra, están los factores psicológicos, como la ansiedad y la depresión, y finalmente, algunos fármacos que pueden alterar la función sexual. A veces es difícil dirimir si el origen de la disfunción sexual es orgánica o psicológica; frente a ello, consulte siempre con su médico”.
Javier Andrés Novales enriende que “la disfunción eréctil y otros trastornos sexuales físicos no son consecuencia de la pérdida de interés en el sexo, aunque sí pueden estar directamente relacionados. La existencia de una enfermedad de este tipo puede ser una causa psicológica que nos lleve a limitar o, incluso, a renunciar a nuestra vida sexual”.
Normalmente, después de un infarto, un by-pass o una angioplastia, “el médico someterá al paciente a un test de esfuerzo (vulgarmente conocido como «la cinta»). Si puede caminar y subir la pendiente durante más de 6 minutos, también estará capacitado para volver a practicar sexo sin problemas. Las necesidades del corazón durante el coito son menores al esfuerzo realizado en esta prueba. La actividad física que requiere una relación sexual se compara con la necesaria para subir dos pisos de escaleras. Si usted es capaz de subir dos pisos de escaleras sin tener dolor en el pecho o fatiga excesiva, será capaz, desde el punto de vista físico, de mantener relaciones sexuales plenas. En líneas generales, puede reanudarse a las dos semanas del alta hospitalaria, pero consulte siempre con su médico.”
Subraya el experto que “la actividad sexual en los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio puede ser lo más normal posible y, en muchos casos, absolutamente similar a las personas sin enfermedad coronaria”. Si existe un temor “ha de hablar con sinceridad a su pareja de sus miedos e inquietudes, y solicitar la ayuda de un especialista si es necesario”.
En lo que se refiere a la medicación, “ésta no tiene por qué condicionar la práctica sexual. Si le han recetado nitroglicerina en parche, no se lo retire durante el coito, colóquelo en lugares que no le molesten. Recuerde que puede ponerse también en brazos, espalda, abdomen y pecho. En cualquier caso, consulte a su médico para sentirse más seguro.