Por Luis Pacheco Yáñez
Nicolás Achúcarro (Bilbao, 1880-Getxo (Neguri), 1918) es considerado por muchos el primer neurocientífico vasco o, al menos, el primero que tuvo una extensa proyección internacional.
Estudió por libre la mayor parte de la carrera de Medicina, licenciándose con sobresaliente en la misma en 1904 y doctorándose con la misma nota en 1906. Antes de acabar la carrera se había convertido en el primer discípulo de Luis Simarro, reputado neurohistólogo y catedrático de Psicología Experimental, que fue quien le orientó a la Neurospsiquiatría, especialidad que aprendió durante cuatro años, estudiando primero en París, luego en Florencia (Italia) y finalmente y sobre todo en Munich (Alemania), donde trabajó con Emil Kraepelin, una de las figuras más importantes que ha tenido la Psiquiatría en toda su historia pero, especialmente, con Alois Alzheimer (descubridor de la demencia que lleva su nombre), quien se convirtió en su principal maestro extranjero.
En 1908 y por recomendación de Alzheimer fue escogido para dirigir el servicio de Anatomía Patológica del hospital psiquiátrico de Washington (EE. UU.), que albergaba en aquella época unos 6.000 pacientes y donde trabajaban más de 30 psiquiatras. Permaneció en el cargo hasta 1910, en que volvió a España para casarse (en 1911) con su prima Dolores Artajo Achúcarro. El mismo año de su boda descubrió un método de coloración microscópica para el tejido nervioso que se conoce desde entonces como la “Técnica de Achúcarro”.
Desde 1912, a propuesta de don Santiago Ramón y Cajal, dirigió el Laboratorio de Histopatología del Sistema Nervioso, fundado por la Junta de Ampliación de Estudios, para perfeccionar la formación de los médicos que habrían de salir al extranjero con becas de esta institución. Allí, su principal discípulo en Neurohistología fue Pío del Río Hortega, quien años más tarde realizó muy importantes descubrimientos sobre el tejido cerebral, por los que fue nominado al premio Nobel.
En paralelo, también ejerció como psiquiatra, dirigiendo desde 1911 una sala de Neuropsiquiatría en el Hospital Provincial de Madrid, donde tuvo como alumnos destacados a López-Albo, Sacristán y Prados-Such. También trabajó directamente junto a Rodríguez Lafora, todos ellos grandes psiquiatras con el paso del tiempo.
En 1912 fue invitado junto al famoso psicoanalista Carl G. Jung a dar una serie de cursos sobre enfermedades mentales en la Universidad de Fordham, en el Distrito neoyorkino del Bronx, siendo nombrado doctor honoris causa por dicha Universidad.
Falleció en 1918, semanas antes de cumplir los 38 años. Al parecer, él mismo se autodiagnosticó la enfermedad de Hodgkin, tras reconocer la descripción de su proceso en un texto de Medicina Interna, si bien durante el año previo pensaban que se trataba de una tuberculosis.
Ramón y Cajal, Ortega y Gasset, Marañón y Unamuno, entre otros, escribieron sentidas necrológicas en los principales periódicos de la época. También Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de Literatura con el paso del tiempo, le dedicó un capítulo en un libro, pues ambos eran amigos y habían convivido juntos en casa de Simarro cuando este enviudó de su primera mujer.
En septiembre de 1918, la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB) realizó una sesión necrológica en su honor. En 1968, en el 50.º aniversario de su fallecimiento, la ACMB realizó otro homenaje y este año, en el centenario de su fallecimiento realizará la tercera sesión en su honor, el día 9 de noviembre de 2018.
En Bizkaia, lleva actualmente su nombre uno de los centros internacionales de referencia sobre Neurociencias, denominado “Achúcarro Basque Center for Neuroscience”, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y dirigido por el profesor Carlos Matute; y también una céntrica calle de Bilbao. Asimismo, lo llevó, en su creación, el hospital psiquiátrico de Zamudio, denominado en su origen “Instituto Neuropsiquiátrico Nicolás de Achúcarro”.