La sección de Terapia del Dolor de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB) celebró ayer una mesa redonda de actualización sobre la labor de las unidades de terapia del dolor, poniendo especial énfasis en el dolor lumbar, el más habitual en estos centros asistenciales. Este acto se desarrolló de forma virtual y pudo ser seguido libremente y de manera gratuita a través de Internet.
El acto fue presentado por María Luisa Franco, presidenta de la sección de Terapia del Dolor de la ACMB y médica especialista de la Unidad del Dolor y del servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital Universitario Cruces, y tuvo cuatro ponencias. Antes de comenzar, la Dra. María Luisa Franco llamó la atención sobre la persistencia del desconocimiento de las Unidades del Dolor en España, “al mismo tiempo que se han incrementado los tratamientos para el dolor crónico tanto en fármacos como en técnicas analgésicas que proporcionan alivio incluso ayudan en la recuperación del paciente si se aplican en el tiempo preciso, en el lugar preciso y por las personas adecuadas”.
Según manifestó, “los avances tanto en la fisiopatología del dolor, en ciencias básicas, así como en la tecnología, permiten disponer de tratamientos sofisticados que requieren habilidad y conocimientos especiales. Ya no se puede improvisar. Es preciso conocerlos y dominarlos. Por lo tanto, este desconocimiento lleva a que un número importante de pacientes se vea privado de una adecuada atención o que vea retrasada su consulta en las Unidades por miedos y mitos injustificados acerca de lo que en ellas se realiza y a quiénes se les realiza. Los resultados son mejores cuando se trabaja en colaboración con todos los implicados en la patología del paciente, incluido él mismo”.
Tal y como indicó la presidenta de sección de Terapia del Dolor de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, “dentro del tratamiento del dolor, ocupa un lugar fundamental la prevención del dolor crónico y la implicación del paciente en el tratamiento del mismo para conseguir el objetivo de reducir el dolor, eliminarlo si es posible y lograr la reincorporación en todas las esferas vitales: laborales, familiares y sociales”.
La experta afirmó que “en general, existe una enorme distancia entre el conocimiento cada vez más preciso acerca del dolor y su tratamiento, y la aplicación efectiva de dicho conocimiento. De todo esto se deduce la importancia de estas jornadas en la difusión de las actividades que se realizan en las unidades del Dolor”.
Ponencias
Garbiñe Urtusagasti, médica especialista de la Unidad del Dolor del servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital San Eloy de Barakaldo, fue la primera en intervenir con la conferencia ‘El dolor lumbar en una unidad del Dolor’. Según dijo, “la lumbalgia es una manifestación clínica muy frecuente en las sociedades industrializadas y una de las primeras causas de baja laboral tanto en España como en el resto del mundo occidental”.
A continuación, Alberto Sánchez, médico especialista de la Unidad del Dolor del servicio Anestesiología y Reanimación del Hospital Universitario Cruces, desarrolló la ponencia titulada ‘La pastilla no es una maravilla. Recomendaciones farmacológicas’. Tal y como explicó, “la lumbalgia es una de las causas de dolor más prevalente en la población. Habitualmente recurrimos a la automedicación y si esto es insuficiente acudimos al médico que, en ocasiones, receta medicaciones más fuertes ¿para la epilepsia?, ¿para la depresión?, ¿opiáceos?… Existen estrategias farmacológicas para el tratamiento del dolor lumbar que son conocidas y cuentan con una gran utilidad. Por eso, los pacientes deben consultar con los especialistas de las unidades del Dolor sus dudas y miedos, para que podamos dar a conocer las ventajas y peligros del arsenal farmacológico”.
El tercer experto en intervenir fue Rubén Álvarez, médico especialista de la Unidad del Dolor del servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital Universitario Galdakao-Usansolo y de la unidad del Dolor de Quirónsalud. El título de su charla fue ‘El ejercicio va de vicio. Prevención y recuperación del dolor con el ejercicio’. En su alocución, comentó que “mantenerse activo y realizar ejercicio físico de manera regular aporta beneficios claros en la disminución del dolor lumbar. El ejercicio debe adaptarse a las posibilidades y preferencias de cada paciente, comenzando de una manera suave y progresiva”.
El experto advirtió de que “debemos evitar el reposo, y si fuera necesario, durante la fase aguda, aquél durará el menor tiempo posible. Es nuestra obligación como médicos explicar al paciente la naturaleza benigna del dolor lumbar y transmitirle la importancia de la educación postural, pérdida de peso y pronta reincorporación a su actividad normal, lo que mejorará su tolerancia al dolor, evitando la cronificación del mismo”.
La última de las conferencias de la mesa redonda corrió a cargo de Deiene Lasuen, médica especialista de la Unidad del Dolor del servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital Universitario Cruces, que abordó la conferencia ‘La infiltración acelera la recuperación. Técnicas intervencionistas en la terapia del dolor’.
Según detalló, el intervencionismo en dolor crónico es la disciplina dedicada al diagnóstico y tratamiento del dolor y otras enfermedades relacionadas con el dolor mediante la aplicación de técnicas intervencionistas, como único tratamiento o en conjunto con otras modalidades de tratamiento.
La especialista comentó igualmente que “las técnicas intervencionistas abarcan desde procedimientos mínimamente invasivos, como la infiltración de medicamentos y la neuroablación, hasta diversas técnicas quirúrgicas como la infusión intratecal de medicación y la estimulación de la médula espinal”.
Estas técnicas “realizadas con premura en los pacientes con riesgo de cronificación del dolor son neuromoduladoras y evitan la cronificación de dolor. Por lo tanto, es fundamental que los profesionales implicados en tratar a pacientes con dolor conozcan los procedimientos que realizamos en las unidades del dolor y sus indicaciones. Cuanto antes y mejor tratemos el dolor, antes podrá el paciente incorporarse a su rutina y recuperar su identidad. De este modo, disminuiremos la repercusión que tiene el dolor crónico en todas las esferas de la vida del paciente y el gasto público y privado que implica”.