Hace 125 años, con el recuerdo de las consecuencias de la gripe rusa (1889-1891) nació la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. Desde entonces nuestra pequeña pero universal entidad ha asesorado a las autoridades sanitarias y ciudadanía, sirviendo de foro de debate científico e informando a médicos, farmacéuticos, veterinarios, dentistas y biólogos sobre los envites de la gripe “española” (1918), gripe asiática (1957) y gripe de Hong Kong (1968); y más recientemente de las crisis por el SARS (2002) y la de la gripe pandémica (2009).
Frente a lo que pudieran parecer ecos del pasado, los indicadores epidemiológicos parecen situarnos ante esas olvidadas pandemias con dos, tres o incluso cuatro olas epidémicas. El incremento de la incidencia semanal, la disminución de los casos con una fuente de contagio conocida, el empeoramiento de los indicadores de los estudios de casos y contactos, y el incremento de la positividad de las pruebas diagnósticas, no parecen dejar demasiadas dudas acerca de si la segunda ola ha comenzado.
Pero poco importan los debates terminológicos, sean los rescoldos del pasado incendio o las llamas de uno nuevo; este fuego quema por igual.
Y ante ello no queda sino prepararnos ya para actuar como si estuviéramos inmersos en una segunda ola.
Es por ello, que el Gobierno Vasco ha anunciado la declaración de la Emergencia Sanitaria, la activación del Plan de Protección Civil de Euskadi y la asunción del mando único por parte del Lehendakari (sin duda, en ausencia de una Ley Vasca de Salud Pública, el mecanismo elegido parece el adecuado). Situaciones extraordinarias exigen medidas extraordinarias.
Desde el imprescindible respeto a la pluralidad política y apelando al necesario control parlamentario de la acción del Gobierno, esperamos que nuestras cámaras legislativas tomen las disposiciones pertinentes para movilizar los recursos y capacidades presupuestarias y legislativas con el fin de reforzar las mermadas y agotadas capacidades de nuestra atención primaria, epidemiología, salud pública y atención hospitalaria.
Desde el vívido recuerdo por la pérdida de demasiados colegas y de otros profesionales sanitarios, hacemos también un llamamiento a la ciudadanía vasca para convertir la higiene de manos, el uso correcto de la mascarilla y la distancia física en la mejor vacuna. Instamos a colaborar con las autoridades sanitarias en el rastreo de contactos, a cumplir los aislamientos y cuarentenas, que a pesar de encontrarse bien, asintomáticos, y a disminuir las reuniones fuera de nuestro núcleo de convivencia al mínimo imprescindible. Sirva este el pequeño esfuerzo a realizar por todos para contener el tsunami de casos que se prevén para las próximas semanas e intentar garantizar el derecho a la educación, haciendo posible así el tan necesario inicio del curso escolar.
Por nuestra parte, desde la sociedad civil, deseamos mostrar nuestro compromiso con las autoridades sanitarias y la ciudadanía vasca, para asesorar, apoyar y guiar, con la mejor ciencia y evidencia disponibles y el debido respeto por las libertades, derechos y garantías fundamentales, en este largo y penoso camino.
En la lucha contra la desinformación, en la difusión y revisión de los avances científicos, en el asesoramiento y seguimiento de la pandemia, tendrán siempre nuestra mano tendida.
No sabemos si de ésta saldremos más fuertes, pero como dice el lema de nuestra centenaria Academia, esperamos que cuando haya acabado todo esto, podamos al menos decir que hemos honrado nuestro lema: “faciam ut potero” (haré todo lo que pueda).
Ricardo Franco Vicario, Presidente de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao