Enrique Echeburúa, catedrático emérito de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), ha protagonizado el acto de inauguración del 128.º Curso Académico de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB) que se ha celebrado este miércoles, 26 de octubre, en la Sociedad Bilbaina. Echeburúa ha destacado en su intervención ‘Abuso sexual en la infancia: las claves del problema’ que “el abuso infantil puede afectar de forma más o menos grave al 15% de los menores y es una de las peores violencias que existe contra la infancia”. Además, el especialista ha recalcado que, “sin un tratamiento psicológico adecuado, puede afectar de por vida a la víctima”.
El presidente de la ACMB, Ricardo Franco Vicario, ha inaugurado la cita junto a la consejera de Salud del Gobierno Vasco, Gotzone Sagardui. El acto también ha contado con la presencia del decano de la Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU, Joseba Pineda; la decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de Deusto, María Carrasco Zabaleta; el diputado de Acción Social de la Diputación Foral de Bizkaia, Sergio Murillo; la directora de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao, Ana Collia; el vicerrector de la UPV/EHU, Guillermo Quindós, y numerosos representantes de los colegios profesionales dedicados a la salud del territorio.
Este tipo de violencia, como ha explicado Echeburúa, “tiene lugar de forma fundamental en el entorno familiar y afecta, sobre todo, a niñas entre los seis y 12 años. En la actualidad el problema se ha extendido a niños y a otros ámbitos como la escuela, deporte, etc.”. Además, también ha hecho especial hincapié en las nuevas formas de abuso sexual a menores que se desarrollan a través de los dispositivos digitales como el sexting o el grooming.
Respecto al reto de profundizar en el conocimiento de las consecuencias psicopatológicas de estos abusos, el catedrático de la UPV/EHU ha destacado que “se trata de señalar algo tan obvio como que no hay un perfil único de víctima. Las diferencias individuales están presentes y no hay una respuesta invariable a una situación traumática. Hay que identificar las claves que facilitan la resilencia de cada menor”.
El reto del silencio
Los abusos sexuales no salen con facilidad a luz por las limitaciones verbales y afectivas de los menores para denunciar estas agresiones, por la inexistencia de testigos o por la ausencia de manifestaciones físicas debido al tipo de conductas sexuales implicadas (caricias, masturbaciones, etc.). En este punto, el especialista ha indicado que “la demora en la revelación obedece a muchas circunstancias: la culpa, el miedo a ser tratados como mentirosos o la sensación de impunidad del agresor, ya sea por la personalidad de quien realiza los abusos o su posición de dominio en el entorno escolar, familiar o social”.
“Esta situación requiere, desde una perspectiva psicológica, una explicación y un tratamiento adecuados y, desde una perspectiva judicial, se ha aumentado la edad de consentimiento sexual (de los 13 a los 16 años), ha habido una reconsideración de la prescripción del delito (los delitos graves de abuso sexual prescriben cuando la víctima tiene 50 años) o se buscan otras alternativas compensatorias para las víctimas, basadas en los encuentros restaurativos cuando ya ha prescrito el delito”, ha explicado Echeburúa.